Discurso Radial Del Presidente a la Nación
El Presidente George W. Bush pronuncia un discurso de radio a la nación semanalmente, el cual se transmite los sábados a las 10:06 AM (ET).
PRESIDENTE BUSH: Señor Presidente, muchísimas gracias. Hemos tenido una conversación muy larga y muy buena sobre una variedad de temas. La relación entre Estados Unidos y México es muy importante. Y a veces, en Estados Unidos, damos por sentada esa relación, pero compartimos una extensa frontera y compartimos los mismos valores, tenemos gente en ambos lados de la frontera, tenemos amigos y familiares. Y es apropiado que usted y yo tengamos este tipo de conversación.
Celebramos la alianza perdurable y estrecha entre nuestros países. México y Estados Unidos están trabajando juntos para forjar un futuro de prosperidad y oportunidades para los pueblos a ambos lados de la frontera. Y en esta ceremonia, también celebramos el resurgimiento de una gran ciudad estadounidense. ¿Saben? Escogí Nueva Orleáns para nuestras reuniones con México y Canadá porque deseaba enviar un mensaje claro al pueblo de mi país, que Nueva Orleáns estaba listo para reanudar actividades y que es un buen lugar para visitar y que, tras la destrucción de Katrina, es una ciudad que promete.
Recientemente envié al Congreso un acuerdo que ampliaría el acceso de Estados Unidos a mercados en Colombia. Desafortunadamente, la Presidenta de la Cámara de Representantes ha decidido bloquear el acuerdo de libre comercio con Colombia en lugar de darle un voto sí o no al que se comprometió el Congreso. Su acción es sin precedentes y extremadamente inoportuna. Espero que la Presidenta cambie de parecer. Si no lo hace, el acuerdo estará muerto. Y esto será malo para los trabajadores estadounidenses y malo para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Éste es un desayuno de oración. Y éste es el lugar perfecto para decir cuánto agradezco las oraciones que la gente eleva por mí y por Laura. No puedo agradecerles lo suficiente a nuestros conciudadanos por darse el tiempo para encomendarnos en sus oraciones. Finalmente comienzo a comprender la historia de las aguas agitadas y en calma... creo en lo más profundo de mi corazón que se debe a las oraciones de mis conciudadanos.
Y hoy, con confianza en la sabiduría y bondad del Señor, ofrezco mis propias oraciones: por cada uno de los congregados en esta sala, por la seguridad y éxito de la visita del Santo Padre, y por las continuas bendiciones de Dios para nuestro gran país.