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Office of the Press Secretary
16 de abril de 2005
DISCURSO RADIAL DEL PRESIDENTE A LA NACIÓN
Buenos Días. Las familias y los pequeños negocios en todo Estados Unidos se están sintiendo apretados por los precios cada vez más elevados de la gasolina. Si usted está tratando de ajustarse a un presupuesto familiar o a un nomina salarial, hasta el cambio más pequeño en la bomba de gasolina puede tener un gran impacto.
La prosperidad de Estados Unidos depende de fuentes de energías confiables, económicas y seguras. Y hoy en día nuestras necesidades energéticas están creciendo a un ritmo mayor al que nuestras fuentes domésticas pueden abastecernos. La demanda de electricidad ha crecido más de 17 por ciento en la última década, mientras que nuestra capacidad de transmisión se está quedando atrás. Y seguimos importando más de la mitad de nuestro suministro de petróleo.
En los próximos días y semanas, hablaré más acerca de lo que tenemos que hacer en Washington para asegurarnos que Estados Unidos tenga una política energética que refleje las demandas de un nuevo siglo. El primer punto en la agenda es que el Congreso apruebe una ley energética.
La semana entrante el Congreso empieza un debate sobre la legislación energética, y necesitará remitirme un proyecto de ley que cumpla con cuatro objetivos importantes. Primero, el proyecto de ley de energía debe fomentar el uso de tecnología para mejorar la conservación. Debemos encontrar maneras más inteligentes de satisfacer nuestras necesidades energéticas, y debemos instar a los estadounidenses a optar por mejores soluciones en cuanto al consumo de energía. También debemos seguir invirtiendo en la investigación para poder desarrollar la tecnología que nos permita conservar más y proteger mejor a nuestro medio ambiente.
En segundo lugar la ley energética debe fomentar más producción nacional de manera responsable hacia el medio ambiente. Durante los últimos tres años, el consumo energético de Estados Unidos ha aumentado en casi 4 por ciento, mientras que nuestra producción nacional de energía ha disminuido en aproximadamente 1 por ciento. Esto significa que una mayor parte de nuestra energía proviene del extranjero. A fin de satisfacer nuestras necesidades energéticas y fortalecer nuestra seguridad nacional, debemos hacer que Estados Unidos sea menos dependiente de fuentes extranjeras de energía.
Tercero, la ley energética debe diversificar nuestro abastecimiento desarrollando fuentes alternativas de energía como el etanol o biodiésel. Debemos promover energía segura, limpia y nuclear. Y para crear más opciones en energía, el Congreso debe ofrecer créditos tributarios para fuentes de energía renovables tales como energía eólica, solar y usando gases de vertederos. Debemos continuar nuestros proyectos tecnológicos de carbón limpio para poder usar la abundante fuente de carbón de manera responsable hacia el medio ambiente. Esa medida también debe apoyar los automóviles y camiones no contaminantes que usan células de combustible de hidrógeno en vez de gasolina.
Finalmente, la ley energética debe ayudarnos a encontrar maneras mejores y más confiables de distribuir la energía a los consumidores. En algunas partes del país, nuestras líneas de transmisión y oleoductos son decenas de años más viejos que los hogares y los negocios que abastecen. Muchos son cada vez más vulnerables a eventos que pueden interrumpir y paralizar la energía en regiones enteras del país. Debemos modernizar nuestra infraestructura para que Estados Unidos disponga de energía más segura y confiable.
Todas las fuentes de energía que usamos hoy en día comenzaron con el poder de la invención humana, y esas fuentes nos han servido bien durante décadas. Es hora de aplicar nuestros conocimientos y nuestra tecnología para mantener vivo el Sueño Americano en este nuevo siglo. No hay nada que Estados Unidos no pueda lograr si nos dedicamos a hacerlo. Y le pido al Congreso que resuelva sus diferencias y apruebe una ley energética que ayudare a que los estadounidenses estén más seguros y más prósperos durante muchos años por venir.
Gracias por escuchar.